MICAELA BASTIDAS PUYUCAHUA y TUPAC AMARU II
Micaela
Bastidas Puyucahua, nacida en Tamburco.
Hija de Manuel Bastidas y Josefa Puyucahua,
la joven Micaela era de esbelta belleza y clara tez mestiza, con el cabello
ligeramente ondulado, lo que llevó a muchos a llamarla "zamba", pero
sin embargo los historeadores e investigadores no resaltan sus rasgos físicos,
sino ese temperamento férreo que marco su recorrido.
Se casó muy joven en 1760, a los 15 años con José
Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, uno de los próceres de la historia del
Perú, en la iglesia de Nuestra Señora de la Purificación, en el pueblo de
Surimana, lugar del curacazgo de su marido.
Madre de tres varones, Hipólito (1761), el
primogénito, Mariano (1762) y Fernando (1768), Micaela Bastidas tuvo como
primer maestro ideológico al propio José Gabriel, quien había adquirido una
sobresaliente formación, tanto en el Cusco como en Lima, en múltiples
reuniones, incluso ligadas a grupos masónicas en las que forjó su acendrado
espíritu separatista.
La lideresa de las huestes tupacamaristas compartió
con su marido, desde un inicio, los ideales de libertad, y aun discutió los
planes estratégicos de la rebelión. Incluso parece haber sido más enérgica que
el propio Túpac Amaru en cuanto a la disciplina de las tropas y la decisión de
tomar el Cusco.
Su vida pública, entregada a la causa
independentista, está resumida en estas palabras de su mejor biógrafo, el
historiador Carlos Daniel Valcárcel: "El papel que desempeñó doña Micaela
Bastidas Puyucahua tiene capital importancia para conocer la rebelión de Tinta.
Puede asegurarse que, desde el primer momento, ella fue el principal consejero
de Túpac Amaru, junto al rumoreado Consejo de los Cinco. Y aunque el caudillo
actuó mediante decisiones propias, por sus ideas e iniciativas aparece la
figura de esta enérgica y prócer mujer con los caracteres de un personaje de
valor innegable".
Fue capturada luego del fracaso de la sublevación,
Micaela Bastidas fue ejecutada, sus verdugos le cortaron la lengua, le anudaron
al cuello una cuerda que tiraron desde lados opuestos y, mientras agonizaba, la
patearon en el vientre y en el pecho, en la Plaza de Armas del Cusco, el 18 de
mayo de 1781, a los 36 años de edad, habiendo tenido antes que presenciar la
ejecución de su hijo Hipólito y a la vista de su esposo.
LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU II
José Gabriel
Condorcanqui reclamaba ser descendiente
de Túpac Amaru I, el último Inca de Vilcabamba, quien fuera ejecutado en la
plaza del Cusco en 1572 por orden del Virrey Toledo.
El curaca José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, nació el 19 de marzo
de 1738, en el pueblo de Surimana, distrito de Tungasuca, Provincia de Canas,
en el Departamento de Cusco. Era el segundo hijo de Miguel Condorcanqui y de
Rosa Noguera, descendiente por línea materna de Túpac Amaru I, el último
soberano inca, de quien adoptó el nombre. Al fallecer su hermano mayor, quedó
como único y legítimo heredero del curacazgo de Surimana, Tungasuca y
Pampamarca. Fue educado por los jesuitas en el colegio de curacas de San
Francisco de Borja ubicado en el Cusco.
Tenía alrededor de 20 años cuando contrajo matrimonio con doña Micaela
Bastidas Puyucahua. Era propietario de cocales en Carabaya, chacras en Tinta,
vetas de minas y, sobre todo, dueño de 350 mulas, utilizadas para transportar
mercaderías a Potosí, por lo cual era conocido peyorativamente como "el
curaca arriero".
En 1776 presentó una petición formal para que se le concediera un título de
nobleza hispano y para que los indios fueran liberados del trabajo obligatorio
en las minas. Ante la negativa de la Audiencia de Lima decidió tomar medidas
más radicales. En noviembre de 1780, Túpac Amaru II lideró una insurrección
popular en el valle de Tinta, la que, en seguida, se propagó por toda la sierra
y cuyas principales exigencias fueron poner fin a los tributos excesivos, la
mita y los abusos de los corregidores.
Si bien al comienzo el movimiento reconoció la autoridad española de la
Corona, más adelante se convirtió en un movimiento independentista y en la
revolución más grande en la historia del Virreinato español.
Al iniciarse la insurrección, el corregidor Arriaga fue apresado y
ejecutado por orden de Túpac Amaru. Aunque el objetivo inicial fue luchar
contra los excesos y el mal gobierno de los españoles, no pudo evitar que la
guerra se convirtiera en racial. Al frente de una nutrida tropa y después de
vencer a un ejército de 1.200 españoles en Sangarará, Túpac Amaru II prefirió
no marchar sobre Cusco y regresar a su residencia de Tungasuca sin entrar en la
antigua capital Inca; con ello intentó facilitar una negociación de paz, ya que
su objetivo no era la guerra contra los españoles sino acabar con los excesos
de los corregidores. Esto permitió que los españoles organizaran la resistencia
y los rebeldes fueron vencidos el 8 de enero de 1781 por el ejército enviado
por el virrey Jáuregui y Aldecoa y, entre el 5 y el 6 de abril, en Tinta, por
las tropas del mariscal del Valle.
Perseguido por el general Ventura Landa en Tananico, fue hecho prisionero y
juzgado severamente, el 18 de mayo de 1781, siendo obligado a presenciar el
asesinato de toda su familia. El visitador Areche lo condenó a morir
descuartizado por cuatro caballos que tirasen de cada una de sus extremidades.
Como Túpac Amaru II era un hombre excepcionalmente fuerte, fue imposible
matarlo de esa manera por lo que ordenaron su decapitación.
La fama de Túpac Amaru II se extendió de tal forma que incluso los indios
sublevados en el llano de Casanare, Virreinato de Nueva Granada (actual
Colombia), le proclamaron rey de América. Siguiendo los pasos de Túpac Amaru
II, que había intentado una solución pactada al conflicto, su hermano Diego
Cristóbal llegó a un acuerdo para deponer las armas con la promesa española de
indultar a los rebeldes y corregir la mala situación de los indios. Esto se
logró tras difíciles negociaciones, en enero de 1782. Las posteriores rebeliones
criollas invocaron el nombre de Túpac Amaru II para obtener el apoyo de los
indios.
El carácter férreo de Micaela Bastidas y valores innegables y su participación política hizo de ella una mujer luchadora junto a su esposo Túpac Amaru II que solo quería inicialmente una petición formal para que se le concediera un título de nobleza hispano y para que los indios fueran liberados del trabajo obligatorio en las minas, pero no le fue concedido, pasando después por una lucha contra los excesos y el mal gobierno de los españoles. Valores que hay que rescatar de personajes ilustre de nuestro Perú.
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